Reconstruyéndome en vida.

Hace seis años perdí la relación con mi papá y con mi mamá. Estaba furiosa con ellos, porque en un viaje de estudios, me di cuenta que había vivido casi una década con anorexia. Recuerdo muy poco de lo que hice y dije cuando regresé a casa, pero no puedo olvidar la sensación de furia que deposité en ellos. Los culpé de mi enfermedad y pensé que habían sido malos padres por no haberme conseguido la ayuda adecuada a tiempo.

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Los dos lados de la balanza

Estoy sentada en mi cuarto de la infancia pensando en lo difícil que han sido estos últimos meses. La cuarentena parece haberse llevado lo mejor de mí. Me siento miserable y sumamente triste y no sé si pronto este sentimiento pasará. Pienso en las formas en las que puedo adormecer mi dolor y lo único que se me ocurre es volver a las garras del trastorno; tal vez si siento hambre, no puedo sentir nada más. Me acuesto en la

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Los trastornos alimenticios no tienen un determinado tipo de cuerpo

Ojerosa y hasta los huesos. Eso es lo que creía que significaba tener anorexia, o al menos eso me habían enseñado en la preparatoria; mujeres que no comían nada, que se les podía entrever cada uno de sus huesos y con prominentes clavículas. La realidad es que el estereotipo de una persona que padece un trastorno alimenticio no podría estar más alejado de la realidad y para una adolescente que sabía poco, no pude hacer consciencia de enfermedad. Creía, ilusoriamente,

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Hablemos del IMC

El índice de masa corporal (IMC) es una fórmula matemática que asocia la masa y la talla del individuo acorde al uso de una tabla. Fue creada por el estadístico Adolphe Quetelet en 1835. Se realizó únicamente con fines estadísticos y con una población en específico. Dicha tabla clasifica a las personas en infra peso, peso normal, sobrepeso y obesidad. No toma en cuenta la edad, el sexo, el porcentaje de grasa o masa muscular. Esta forma de categorizar sigue

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Diciéndole adiós a mi cuerpo enfermo

Durante los últimos cinco meses he llevado una dieta más alta de lo que he estado acostumbrada a hacer durante los últimos diez años de mi vida. Claramente, mi cuerpo ha cambiado. Mis caderas se han vuelto más anchas, mis piernas crecieron y mis costillas dejaron de verse. En ocasiones este hecho me acorrala por lo que intento no pasar mucho tiempo frente al espejo o mirando cuerpo. Hace unos días, estaba borrando fotos viejas y me encontré con imágenes

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Sobre mí

Sobre mí

Mi nombre es Lucía y vivo en una constante paradoja. En cuestiones de segundos paso de la euforia a la depresión, de la calma al caos y de la locura a la sensatez. Estos conflictos me han demostrado que las dualidades y contradicciones vienen a construir lo que significa vivir en consciencia y plenitud.

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La vida en paradoja