Estoy en un café en Monterrey con el que creí era el amor de mi vida. Se muestra distante y dice las palabras que a tanto miedo le tengo: “Lucía, tenemos que hablar” Comienza a explicarme el montón de motivos por los que ya no quiere estar conmigo: que si me porté demasiado inmadura, que no lo comprendo, que ya no siente lo mismo. Veo sus labios moverse pero yo no puedo escucharlo porque sé que lo estoy perdiendo. Siento …