Pasó poco a poco y sin darme cuenta. De unos meses para acá, comencé a comer mejor; a darme pequeños permisos; a agregar una cucharada más de yogurt o a comer un poco de más con mi novio y así, sin percatarme, empecé a habitar en una silueta de mujer, con caderas, busto y glúteos. La figura infantil pareció duplicar su tamaño y mi zona de seguridad se derrumbó, ya no tenía el control y en un inicio, creí haberlo …