Los trastornos alimenticios no tienen un determinado tipo de cuerpo

Ojerosa y hasta los huesos. Eso es lo que creía que significaba tener anorexia, o al menos eso me habían enseñado en la preparatoria; mujeres que no comían nada, que se les podía entrever cada uno de sus huesos y con prominentes clavículas. La realidad es que el estereotipo de una persona que padece un trastorno alimenticio no podría estar más alejado de la realidad y para una adolescente que sabía poco, no pude hacer consciencia de enfermedad. Creía, ilusoriamente, que únicamente estando en los huesos enfermaría de anorexia y no fui capaz de comprender que los trastornos alimenticios habitan en cualquier tipo de silueta.

Por este motivo, pensé que todas mis conductas: el laxarme, sobre ejercitarme y el contar calorías eran simplemente resultado de vivir en una sociedad con especial énfasis en las apariencias. Yo no podía estar enferma ya que no era la mujer con silueta de niña que me habían enseñado en clase de psicología.

Y creo qué hay una línea muy delgada entre el mundo del fitness, el salutismo y la enfermedad de un trastorno alimenticio que se desdibuja fácilmente con la cultura de las dietas. Se nos hace creer que esta bien restringir nuestro alimento, contar calorías y someternos a regímenes alimenticios. Se nos vende la idea que la delgadez es sinónimo de bienestar y que al habitar un cuerpo delgado estás en el camino para ser una persona “saludable”. En lo personal, yo creí este discurso ciegamente; pensé que al controlar mi alimento estaba cuidando mi salud, que estaba viendo por mi bienestar y en realidad fue todo lo contrario… me estaba perjudicando gravemente. Estaba enredada en las conductas de un trastorno alimenticio y en mi desinformación, no fui capaz de pedir la ayuda adecuada.

El problema es que pensé que no había nada malo en mi y que todo mi sufrimiento era consecuencia de no ser lo suficientemente ordenada y estricta en mis comidas. Lo único que necesitaba era perder un poco de peso y nunca me paré a cuestionar si en realidad estaba persiguiendo la salud o un estereotipo de belleza inalcanzable. Y así como yo sufrí en silencio, hay un montón de jóvenes que pasan sus días contando calorías, invirtiéndose en el gimnasio y matándose de hambre por el simple hecho de que se nos ha hecho creer que ser delgada es necesario para estar saludable.

Por esta razón, creo que es necesario comenzar a eliminar estos prejuicios que únicamente dañan la vida de adolescentes y adultos. Paremos de pensar que los trastornos alimenticios son visibles a la vista y comencemos ver más allá para analizar si un individuo sufre o está pasando por un mal momento. Derribemos esta idea de delgadez como sinónimo de bienestar y comencemos a habitar nuestro propio cuerpo, en cualquier forma o tamaño que este decida tener.

Amante del té, las letras y la buena literatura. Sobreviviente de un trastorno alimenticio y orgullosa maestra de danza.

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Sobre mí

Sobre mí

Mi nombre es Lucía y vivo en una constante paradoja. En cuestiones de segundos paso de la euforia a la depresión, de la calma al caos y de la locura a la sensatez. Estos conflictos me han demostrado que las dualidades y contradicciones vienen a construir lo que significa vivir en consciencia y plenitud.

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